EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

L O S    L E C TO R E S    D E    I M A G E N E S

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Los lectores de imágenes

Los lectores de novelas "ven" a los personajes y los escenarios según la descripción de los novelistas. Y cuanto más preparado está el lector más reales son las imágenes que resultan de la interpretación de un texto.

El lector formado ve, como por una ventana, el escenario con jardines, calles o fortalezas, por donde discurren los personajes, con toda claridad. El de mediana formación, por la misma abertura, sólo ve a los personajes, si son de época con ropajes indefinidos, y, acaso por lo que ha reconocido, un reloj, la cabeza disecada de un jabalí y una escopeta, de forma inconcreta, colgados sobre paredes.

Sería una buena prueba, para conocer la capacidad de entendimiento de dichos lectores, suponiendo que pudiesen hacerlo, que ambos ilustrasen, con el mayor detalle posible, una misma escena de la novela. Como lo ha sido en el cine para ciertos directores de películas, que apenas pudieron salvar la emotividad del argumento por los grandes fallos cometidos, con relación al ambiente y la época que representaban, decorados, armas, mobiliario y ropaje. Para referir las faltas cometidas en ciertas películas, podría llenar un espacio muy superior al que ocupa este trabajo. Pero destacaré aquella que figuraba discurrir en plena selva africana y en la que aparecían elefantes asiáticos, facilmente reconocibles por su frente cóncava y abollada y sus orejas relativamente pequeñas. Claro que, esto, sólo podían notarlo los entendidos en elefantes.

El cómic, al facilitar formas concretas, creó una masa fiel y apasionada de lectores de imágenes. Y fue sorprendente observar cómo éstos, cuando se saturaron de aquellas, volvieron a la novela, devorando incluso la lectura de aquellas cuyas descripciones se saltaban leer por farragosas para su entendimiento. El cómic los había preparado para reconocer las imágenes descritas y, a pesar de contar éste con grandes obras, ya no le satisface. Los lectores que visionándolos habían alcanzado su mayoría de edad, acabaron por sentirse incómodos al leerlos públicamente.

Manuel Gago, que vivió preocupado por la evolución natural de sus lectores, buscaba el modo, la manera de evolucionarlo, y trató de conseguirlo. En la última época de su GUERRERO DEL ANTIFAZ y en la serie de EL AGUILUCHO, se advierte su intento, acertado o no, por lograrlo. En su afán de hallar nuevas modas, araña la ciencia ficción, lo antinatural, lo abstracto, y sus textos y diálogos se liberan y enriquecen.

Pero habría necesitado vivir mucho más, no habernos dejado tan pronto y quizá lo hubiese logrado, tal era su obsesión por ello. Como logró, a través de todas sus formidables aventuras, la iniciación a la lectura por la imagen de tantos y tantos lectores que esperan ese cómic mayor de edad para seguir enriqueciendo sus horas de entretenimiento.

El cómic ese está ahí, en su plena juventud, aunque lo presumo diferente del conocido. El cómic no puede ser sólo lo que es y lo que ha sido, como tampoco lo fue el cine. Sus formidables cualidades, en este planeta tan avanzado y tecnificado, deben seguir por la tremenda y sugestiva atracción de la imagen, prodigando sus cuantiosas posibilidades culturales y expresivas.

J. Soriano Izquierdo para el número 82 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.


Miscelánea de El Guerrero del Antifaz

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