EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Las luchas

El “comic” parece exigir que sus aventuras, eminentemente gráficas, estén plagadas de acciones en las que el dibujante muestre su capacidad de comunicación. Para ello nada mejor que las luchas y las grandes batallas, que le darán ocasión de mostrar su arte, componiendo las escenas en las que sus personajes se muestren en diferentes posiciones y distintas expresiones, de dolor, quietud, esfuerzo e impotencia. Un caballo, con su jinete, saltando el parapeto de una defensa; grupos luchando entre sí, bien con armas o a puñetazo limpio, con mesas y banquetas caídas o desplazadas por los impulsos de la pelea, y el encuadre de dos personajes, los principales, sobre un frágil puente colgado sobre un precipicio, en lucha a vida o muerte, serán buenos incentivos para el interés de la aventura.

Posiblemente el “comic”, sin estos elementos, no habría alcanzado la gran audiencia que ha conseguido.

Y esta faceta, la de las luchas, es la que llevó a Manolo Gago al éxito de sus colecciones.

Observando sus cuadernos, en los que las luchas están perfectamente ensambladas con la trama argumental y, en muchas ocasiones, consecuentemente interrumpidas en sus diferentes fases, como queriendo dosificar el interés y el suspense del lector por el resultado, Manuel Gago supo, como nadie, transmitir la sensación del esfuerzo y la emotividad de los combates.

Sus luchas, amplias y efervescentes, multitudinarias, de grupos o contra un solo adversario, salpican constantemente con sus excitantes escenas el entramado de la obra, y son parte importante de la historia, ya que, a través de ella, nos muestra las intenciones que mueven a los personajes y dan el motivo que ha de conducir a incitantes y nuevas ramificaciones de la aventura.

Son luchas apasionantes y bellas que no dan, al lector, lugar para la abstracción porque la mente es absorbida por la belleza de los dibujos que transmiten la perfecta armonía de unas figuras que combaten para deleite y placer de los lectores. Unas luchas en las que los vencidos lo son más por sus maldades, y las que representan de sus jefes y superiores, que por los golpes del contrincante. En ellas no hay ensañamiento, ni furia incontenible, ni intención de exterminio. Los vencidos lo son porque sí, porque han de serlo para simbolizarnos el triunfo de la justicia.

Son como eslabones que se van engarzando en la narración que constituye la obra. Luchas para el divertimento, inocuas, incorruptibles; pero tremendamente excitantes cuando quien las crea y dibuja es Manuel Gago, capaz de transmitir el esfuerzo de un hombre luchando con desventaja contra el grupo que le asedia, y ha de esforzarse como un titán para vencer y liberar a su amada.

J. Soriano Izquierdo para el número 13 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO



EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

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