![]()
![]()
|
|
En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.
Los textosLos lectores de comics comprenden perfectamente la intención gráfica de los textos. Y digo intención gráfica porque también el modo de escribirlos obedece a la necesidad de expresar las cualidades esenciales de las voces articuladas en estado de furia, sorpresa, lástima, agonía, enojo, angustia, miedo... La manera de significar los textos de las escenas de los comics está obligada por la necesidad de que éstos correspondan y refuercen la acción de los personajes. Como el modo de escribir alta comedia o un sainete, que obligaba a un lenguaje limpio o popular, según el personaje que lo pronunciase, el comic necesitó de unos signos que contribuyesen al grafismo de sus escenas. Es un modo de hacer, una técnica que utiliza la exageración de movimientos en las figuras y en sus voces, para lograr un clima que domine, sujete y someta a los lectores al interés de la aventura. Sí, en el comic, la palabra o las palabras que han de expresar un estado, en su mayoría van encerradas por los signos ortográficos de admiración. Cuantos más signos de admiración tengan sus diálogos más emocionantes serán sus aventuras. La necesidad de dar mayor intención expresiva a ciertas secuencias gráficas de las aventuras, hizo que muchos dibujantes aportaran a la imitación del sonido por las palabras que lo representaban. Y utilizaron este medio para hacer más gráficas determinadas secuencias. Así, para significar el toque de un gong, el hundimiento de un puente o la voladura de un edificio, representaron los sonidos ocupandolas viñetas con grandes rótulos como ¡DONGGG!..., un ¡BORROOOBUUUM!..., o un ¡CATAAAPUM!... onomatopéyicos. Claro que Manuel Gago, que fue un clásico del comic, no utilizó estos sistemas onomatopéyicos y apoyó toda su fuerza expresiva en la composición ambiental del dibujo y en las figuras; pero sí hizo alarde de un perfecto uso de los signos de admiración en las voces que tenían que representar el estado afectivo de sus personajes. Indudablemente, el comic, más que nada en el momento literario, necesitaría lo que en 1492 propugnaba el gramático Nebrija: “un signo para cada sonido y un sonido para cada signo”. En el comic, la “sonoridad” de sus imágenes puede depender de eso. J. Soriano Izquierdo para el número 17 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO
(C) Copyright Mariano Bayona Estradera - 2003 |