EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Las mujeres y el guerrero

Allá por el año 1956, cuando EL GUERRERO DEL ANTIFAZ ha llegado al cenit de su éxito, y Gago publicaba su nueva serie EL HIJO DE LA JUNGLA, decrecía la represión moralizadora que obliga al uso de chaqueta y corbata en la barra del bar de la piscina, empezaba a tolerarse que los bañistas pudiesen tomar el sol despojados de su albornoz e irrumpían en las islas los primeros bikinis turísticos, Gago seguía intentando que sus personajes, en todo representativos de la vida, lo fuesen también en el aspecto amoroso.

Poco podía hacer. Manifestar los sentimientos amorosos era tan pecado que constituía un verdadero triunfo el que pudiesen deslizarse frases como las atribuidas a Zoraida y Ana María. Dicen así:

Zoraida.- Os tengo envidia, señora, porque él os ama. ¡Qué feliz sería yo en vuestro lugar!

Ana María.- Yo también lo quiero con toda mi alma. ¡Daría mi vida por su felicidad y bienestar!

Pero así terminaba todo. Claro que esto, en los lectores, daba pie a que volase su imaginación, que atribuía a los personajes unos sentimientos eróticos que presuponían la explosión de ellos cuando Ana María y el Guerrero o Aixa y Santhal se encontraban.

Era el derecho a interpretar la realidad que los lectores se reservaban en aquel sistema, que para salvar la moral se cometía la tremenda inmoralidad de falsear los impulsos naturales. Aún se decía que los niños eran traídos por las cigüeñas.

Y en este estado de cosas, los personajes creados por Manuel Gago, tan fuertes, varoniles, gentiles y arrojados, era natural que despertasen, en las mujeres que convivían la ficción con ellos -y en las lectoras, pues se da el caso de que las aventuras de EL GUERRERO DEL ANTIFAZ gozaron de una muy numerosa audiencia femenina-, aquella pasión tan incontenible que Gago pugnaba por manifestar en las breves palabras que, en voz de las mujeres, expresaban sus sentimientos.

No dudemos, pues, que la gran virilidad significaba en el protagonista de la aventura creada por Gago, en sus sorprendentes combates, luchas desventajosas en las que acaba erigiéndose triunfador, su nobleza, constante predisposición al bien y gentileza en el trato de las mujeres, inclinase a éstas a amarle tan rotundamente que, desde Ana María a Zoraida, pasando por Zaya, la hija de Zeyad el Guerrillero, y cuantas se cruzaron en su camino y quedaron prendadas de él, que el personaje despertase pasiones en sus lectoras, como las despertara Clark Gable en su época o un Robert Redford actualmente.

Pasiones que nunca se manifestaron más allá del "Te quiero" o "Te amo", pero que fueron capaces de despertar a una naturaleza reprimida por unos condicionamientos paternalistas que pretendían salvar a su generación del derecho a la rebeldía y del más atroz de los pecados: el sexo.

J. Soriano Izquierdo para el número 46 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.



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