EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Político

No recuerdo haber hablado nunca de política con Manuel Gago. Nuestras conversaciones siempre tuvieron un común denominador: su trabajo, su colaboración para la Editorial y aquello del natural interés por su salud y la de su familia.

Si en alguna ocasión comentábamos algo de política, lo hacíamos sin opinar; creo que entonces no podía opinarse. El único aspecto política que nos era común era el concerniente a la censura. En esto sí que nos hacía perder los estribos, como vulgarmente se dice; pero no había más remedio que aceptarlo. Todo consistía en ver el modo de decir las cosas para que "pasasen" o, simplemente, evitar el caer en aquellas que pudiesen ser tachadas. Y Gago optó por lo más difícil, por llegar hasta la misma orilla de lo prohibido, a dar pie al lector para que imaginase lo que no podía plasmar en sus cuadernos.

Y digo esto porque me sorprendió el ver cómo algunos tratadistas del "cómic" han calificado, políticamente, a la colección.

Si se la califica por el ambiente que discurre en ella, honradamente lo acepto; así era históricamente, y como consecuencia así se movieron sus personajes. Pero no he hallado en toda la serie de Manuel Gago ni una frase siquiera que incitase a la adopción de tal idea. El personaje, ciñéndose siempre a unos sucesos pasados en los que figura vivir, es, como lo fueron aquellos, eminentemente católico, defensor de la cruz, de una patria y de unos reyes que sometieron, sometidos por aquel gran poder que los dominaba. Entonces no se luchaba por una sociedad justa en la que no hubiese oprimidos y opresores. Se luchaba por la expansión de una religión que quería implantarse en todo el mundo, para derribar aquellas otras que ésta consideraba nefastas. Y si EL GUERRERO DEL ANTIFAZ es así, fue por ese afán de Manuel Gago de reflejar exactamente aquellos momentos de la historia que, como trasfondo, utilizaba para sus aventuras. Y para que hubiese merecido ser tachado como lo ha sido por algunos especialistas del "Cómic", habría sido menester que Gago hubiese sido un defensor de aquella ideología. Y por su ascendiente, formación y todo cuanto sufrió en su propia carne, creo que estuvo muy lejos de pensar y sesearlo.

Manuel Gago, ante todo, fue un hombre de bien. Fue un hijo ejemplar, un extraordinario esposo y un excelente padre de familia. Cuando llega a Valencia para colaborar con Editorial Valenciana, es el único sostén de sus padres, hermanos y hermanas. Es el eje sobre el que giran los suyos: su padre como representante suyo; sus hermanos, como colaboradores: los que escriben las ideas que dicta mientras dibuja, los que recuadran las viñetas, quienes la rotulan o llenan los fondos o espacios que deja para ellos. Una familia que, al calor de su portentosa creatividad, se irá ensanchando con nuevas amistades que acabaron integrándose en ella y contribuyendo, desde ella, a lo mejor del "cómic". Una familia que no se disgregará nunca y de la que han salido y salen extraordinarios dibujantes y magníficos guionistas.

Si la conducta de un hombre, sus palabras y sus sentimientos definen políticamente a una persona, Gago, con la suya, desmiente categóricamente los calificativos que de su obra e intenciones hicieron los tratadistas del "cómic" que pretendieron definirle políticamente. Sólo esto.

J. Soriano Izquierdo para el número 51 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.



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