EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

L O S     D I R E C T O R E S

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Los directores

Aquella junta asesora de la Prensa Infantil que presionaba al gobierno solicitando enérgicas medidas de protección a la infancia y la adolescencia, atacadas en su candor por el "comic" inmoral o, cuando menos, vulgar y chabacano, logró, al fin, que el 21 de enero de 1952 se le reconociese por el entonces Ministerio de Información y Turismo.

Deseo aclarar el aspecto "inmoral" que se atribuía al "comic". Sin duda se refería a las tiras de las Agencias norteamericanas, que se publicaban en los diarios o en cuadernos impresos por algunas Editoriales -un 75 x 100 de lo que entonces se publicaba procedía del extranjero- de los que escapaban muchas figuras femeninas sin que se les cerrasen los escotes o dibujarles faldas que cubriesen sus piernas, y también ciertas secuencias de las aventuras que, por ser fiel reflejo de otras costumbres, podían ser interpretadas como inmorales.

En cuanto a lo vulgar y chabacano, puede que, por inexperiencia de algunos editores y dibujantes, se publicasen historietas que se pudiesen tomar como vulgares y chabacanas, pero no que ello justificase la creación de dicha Junta. Había otras cosas que importaban más; era facilitar seguridad a los editores seguridad para sus publicaciones con normas a las que atenerse y que diesen seguridad a cuantos se dedicaban a trabajar para los "comics".

Esto se consiguió. EL GUERRERO DEL ANTIFAZ fue reconocido, por fin, como na publicación semanal. Y como él aquellos cuadernos y publicaciones que se inscribieron como Prensa infantil y Juvenil en la Dirección General de Prensa e Información.

La Junta Asesora de Publicaciones Infantiles y Juveniles, dependiente de la dirección General de Prensa e Información del referido Ministerio, supo afianzarse en el cargo. Las publicaciones fueron estimuladas con la creación de Premios anuales, facilitando cupos de papel e implicando a los editores en reuniones y actos como Semana del Niño, Ferias del Libro y muchos más proyectos.

Como directores de las publicaciones referidas, salvo uno, dos o tres casos en los que el directo era efectivamente un periodista, en los demás, los que figuraban como tales, porque los acreditaba su carnet de Prensa, sólo aparecían por las editoras para cobrar sus gratificaciones. Ni siquiera sabían de qué iban las revistas que, a efectos de la dirección General de Prensa, figuraban dirigir. Quienes las dirigían realmente eran dibujantes, guionistas y algún periodista que, por haber pasado la guerra en la llamada zona roja, tenía que vivir a la buena de dios. Lo cierto fue, y esto porque en los grandes colegios Jesuitas, Salesianos, Agustinos y demás se hacían unas publicaciones Infantiles y Juveniles cuya suscripción anual pagaban los padres junto al importe de la matrícula, y esto, seguramente porque ellos también estaban pagando a periodistas testaferros que figuraban dirigir sus publicaciones, aconsejó a la Junta a crear unos cursillos de especialización en periodismo para chicos, para proveer de títulos a quienes realmente ejercían como directoras.

Todo habría sido perfecto si, entre aquello, que dio muy poco de sí, la Escuela Oficial de Periodismo del Estado y la de la Iglesia no hubiese producido aquel enjambre de periodistas a los que había que dar trabajo e hizo que la dirección General de Prensa e Información decidiese que se nombrase un director para cada una de las revistas y cuadernos que se publicaban.

Y, claro, desde entonces figuró un director de EL GUERRERO DEL ANTIFAZ, que lo único que podía hacer, pues no lo hacía Manuel Gago, era disponer los textos o publicidad que había de insertarse en las contraportadas. Era como si un novelista, un poeta o un historiador les nombrasen directores para sus obras.

Pero así era.

J. Soriano Izquierdo para el número 57 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.



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