EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

E N    B U S C A    D E L    O R I G E N

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

En busca del origen

La fotografía, cuando ésta ya pudo retratar figuras en movimiento, fue quizá la que diese la idea para, en encuadres distintos, repetir una sucesión de escenas que desarrollasen un argumento.

Claro que una cosa era la fotografía y otra el dibujo. Dibujar unas figuras copiadas del natural, en diferentes movimientos, en un mismo o diversos escenarios, de los que debían repetirse, en cada una de las viñetas, todos los objetos que los constituían, eran tan costosos como pesado. Y deduzco que fue por esto, si algún dibujante de los que copiaban exactamente el natural lo intentara, que abandonase la idea. Y quizá que, quienes siguieron intentándolo, optasen por utilizar los rasgos esquemáticos de la caricatura para desarrollar sus ideas y que éstas se refugiaran en la realización de escenas e historietas cómicas que dieron origen a aquellas primeras publicaciones generalmente conocidas como cómics –en nuestra Patria llamados tebeos- que motivó el que sean conocidas así las aventuras o relatos que se realizan asociando textos y dibujos.

En la búsqueda de su origen hallaremos un cierto paralelismo entre éste y el nacimiento del cine en 1895. Pero el cine puede fotografiar a la figura humana tantas veces como desee: andando, en reposo, corriendo, saltando, de frente, de espaldas o de perfil; con gestos que expresen su preocupación, tristeza, alegría, sosiego; junto a escenarios artificiales o reales en ciudades, pueblos, llanuras, grutas, montañas, lagos, ríos, mares y hasta en el espacio, tripulando sofisticadas máquinas voladoras que permiten su fotografía desde todos los ángulos imaginables: amenazadas de un posible choque con los aerolitos o de ser desintegradas por rayos devastadores. La técnica, al servicio del cine, que construyen las gigantescas manazas de un King-Kong, apretando entres sus dedos a una mujer, aterrorizada, que fabrica un tiburón devorador de hombres, capaz de destruir con sus fauces el costado de una embarcación, o representa las más terribles escenas de un maremoto, cuenta siempre con la fotografía para reproducir, tantas veces como se necesiten, aquellos efectos.

El dibujante de cómic ha de repetir, en cada encuadre, las mismas figuras, que siempre han de parecerse y, además, con actitudes capaces de expresar todos los sentimientos. Ha de recuperar perfectamente las formas de todas las cosas que han de constituir las viñetas de sus escenas; muebles, armas, animales, vehículos. Todo ha de estar perfectamente dibujado y corresponder exactamente al ambiente de la época que desee reflejarse. Para ello precisa de una gran documentación, de un archivo capaz de facilitarle la imagen de aquello que necesita incorporar a su trabajo. Cuanta más capacidad tenga para ello mejor servirá a lo que el guión le demande. Y, aún con esto, no es suficiente. Ha de ser imaginativo, creador, director de la obra que realice, para suplir, enmendar o coordinar la labor o los olvidos del guionista.

El dibujante de cómic hace una labor tan personal que no puede, ni remotamente, ser comparado con un director de cine. Este cuenta con decoradores que construyen los escenarios; ambientadores que le faciliten que, cuanto los complete, se ciña perfectamente al ambiente y la época que representan; atrecistas que le proporcionan los objetos necesarios, roperos que vistan adecuadamente a los actores, peluqueros, maquilladores, cámaras, especialistas de efectos; en fin, un verdadero ejercicio de técnicos al servicio de un fin: la película. El dibujante de comic está sólo, frente al papel con un lápiz, su afán de superación e increíble de capacidad de trabajo para transmitir, con sus dibujos, toda la emoción y el interés del guión que realiza.

Quizá que el cómic surgió porque un hombre como Manuel Gago sintió la necesidad de transmitir el caudaloso torrente de sus emociones y fantasía y se puso a realizarlo con el único medio que conocía: el dibujo, este maravilloso lenguaje universal con el que los hombres nos dejaron, desde las cavernas, la información capaz de ser entendida por todas las razas.

J. Soriano Izquierdo para el número 80 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.



EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

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