EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

N U E S T R O   C O M I C

El Guerrero del Antifaz entre moros y cristianos

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En marzo de 1981 apareció el primer ejemplar de la colección "El guerrero del Antifaz" en tomos que contenían entre cinco y siete aventuras empezando lógicamente por el número uno. Se trata de la colección "Homenaje a Manuel Gago" y en varios de los ejemplares la Editorial Valenciana publicó en las contraportadas artículos acerca de este artista.

Nuestro Comic

Recuerdo unas películas americanas en las que sus principales protagonistas figuraban ser dibujantes de historietas, que vivían rodeados de confort y abundancia. Una consecuencia natural del gran prestigio que gozan los maestros del cómic americanos y muchos de los europeos. De cuando la prensa divulgaba los fabulosos contratos que ligaban a los Milton Caniff, Alex Raymond y otros, a los intereses de los Syndicates Americanos. Se decía que, por la producción de un año, cobrarían un millón de dólares.

Bajo este prisma era fácil que los espectadores de aquellas películas se identificasen plenamente con aquellos personajes y que les pareciese muy naturas que un dibujante de historietas viviese tan confortablemente, que utilizase aquellos “carros” tan fabulosos y que, en sus fantásticas piscinas, hasta hubiera sirenas de carne y hueso, claro que, en América, y más a través del cine y los seriales televisivos, hasta los pobres y las covachas donde viven promueven la envidia.

Aquellas ganancias tan aparentemente considerables eran la obsesión de los dibujantes de cómic que, con sueños de quinielistas, se afanaban por superarse en su trabajo con la esperanza de que algún día fuesen llamados para estampar su firma al pie de uno de aquellos tan extraordinarios contratos.

Pero la realidad en nuestra patria era bien diferente. Las editoriales que se dedicaban al cómic adquirían las historietas, inéditas y exclusivas, para la sola edición de unos miles de ejemplares y, una vez impresos, guardaban los originales amontonados, olvidados e improductivos, en las estanterías de las editoras. Ni a los dibujantes ni a los editores parecía preocuparles la idea de sacar más producto de aquellos originales y, naturalmente, con este sistema ni los dibujantes podían aspirar a cobrar más ni los editores, salvo en las ediciones de mucho éxito, podían pagarles.

Los buenos creadores de cómic ya apenas si dibujan para España. Lo hacen para el extranjero, que paga los originales diez veces más que cualquiera de nuestras editoras, las que después de reproducir los originales, los almacenan o devuelven a sus autores. Estos creadores de comics, seguramente que como los Milton Caniff y los Alex Raymond, se sienten tan bien pagados que apenas si se paran a pensar que aquellos originales, por los que cobraron diez veces más, y de los que perdieron por raro conformismo todos sus derechos, están produciendo veinte o treinta veces su costo y, si el éxito los favorece, en algunos casos cientos de veces.

Sería muy aleccionador el saber lo que ha producido a la King Features Syndicate el celebérrimo Flash Gordon que tan bien pagaron a su dibujante Alex Raymond. Aunque, tratándose de un dibujante experimentado y en América, no creo que saliese mal parado.

Quizá nuestro llorado Manuel Gago fuese uno de los dibujantes que, en su época, fuese el mejor pagado de España. Puedo afirmarlo. Nadie cobró como él; pero pese a esto tuvo que estar dibujando colecciones tras colecciones para parecerse, aunque muy remotamente, a aquellos dibujantes de cómic que protagonizaban las películas o los seriales televisivos a que me refería al principio.

Y es que en España, la que financió el descubrimiento de América, la tierra en la que nunca se ponía el sol, aún, al cruzar los Pirineos, como no sea para trabajar en el extranjero o ir a la vendimia francesa, nos sigue encogiendo. Seguimos creyéndonos inferiores a aquellos a quienes podemos dar sopas con honda. Y, naturalmente, siempre se aprovecha alguien de esto.

J. Soriano Izquierdo para el número 74 de la colección HOMENAJE A MANUEL GAGO.



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