Manuel Gago fue sin duda un singular y extraordinario guionista y, a la vez, el dibujante capaz de expresar fielmente la fuerza, la ternura o la violencia que las secuencias del guión le exigían. Un guionista que se obliga como di­bujante a tremendos esfuerzos por necesidad de dar mayor expresión gráfi­ca a escenas que prolongaba en siete u ocho viñetas cuando, como guionis­ta, consideraba suficientes tres o cuatro.

Siempre me he preguntado qué fue Manuel Gago primero, ¿dibujante o guionista?¿ Dibujó por necesidad de dar forma a las imágenes que surgían de su imaginación o éstas aparecían impulsadas por los trazos del dibujante? Posiblemente, Manuel Gago se hizo dibujante por la necesidad de transmi­tir las imágenes que su imaginación forjaba en su mente, esas imágenes de los sueños que sólo les es posible explicar a los poetas. Lo cierto es que, sus guiones, Manuel Gago fue sin duda un singular y extraordinario guionista y, ala vez, quizá no habrían sido bien interpretados por otros dibujantes y que, posiblemente, tampoco él se habría podido ajustar a los guiones de otros. Si alguna vez lo hizo, éstos acabaron siendo reformados por aquella tremenda exigencia de continuidad gráfica que Gago imponía a toda su obra. Porque para Gago, en su vehemente sistema de concebir o plasmar en imágenes las aventuras, éstas tenían que ser directas o convergentes al trazado general del argumento. No podían desconectarse, ni perderse, ni olvidarse ninguno de los elementos que componían el tramado de su historia.

Y seguirá pergeñando nuevas acciones, encuentros, luchas e insospecha­das y sorprendentes escenas. Presentando a más y más personajes que go. zarán del desprecio o la estimación de los lectores, que desean y temen a la vez no sólo el final de la aventura, sino el premio o el castigo en que deben culminar aquellas vidas, reivindicaciones o amores que fueron surgiendo de la mente prodigiosa de Manuel Gago.