CON LA MEDIA LUNA EN EL PECHO
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Texto de Manuel Gago GarcíaEl joven huyó en su veloz caballo y los guerreros de Alí Kan no consiguieron alcanzarle. -Ya tendréis noticias mías- rugió, mientras penetraba en territorio cristiano, seguido por los jinetes más rápidos. Ahora deseaba encontrar a su auténtico padre y contarle todo. Galopó mucho rato furioso y dolorido.
El muchacho se presentó ante el conde de Roca y le contó quién era y lo sucedido. -¿Pero quién me prueba que no me engañáis y que sois hijo mío? ĦOh Dios mío! -gimió el noble caballero-. No puedo creeros. El joven volvió a montar en el corcel que le había traído y se despidió del conde diciendo: -Tenéis razón, pero es verdad; y puesto que ella lo quiso así, buscaré pruebas de lo que digo y volveré si las encuentro.
El afligido conde de Roca pensó después que el joven le había dicho la verdad, pues recordaba las facciones del mismo y las encontraba extraordinarimante parecidas a las suyas propias. -Tonto he sido -musitó-. Mi desconfianza puede hacerme perder un hijo. Que Dios me perdone y me lo envíe de nuevo.
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